EL SANTO DE LOS PERROS SE DEDICÓ A CURAR Y ASISTIR ENFERMOS EN ITALIA EN LOS SIGLOS XIII Y XIV.
Este 16 de agosto la Iglesia católica conmemora a uno de sus santos, defensor de los perros y protector ante las pestes: San Roque. Aunque los investigadores e historiadores no encontraron con certeza el año de su nacimiento, se cree que nació entre el año 1295 o 1348.

Se trata de uno de los santos populares más relevantes a nivel mundial, con miles de cepillas e iglesias levantadas en su nombre. Uno de los textos más fieles y reconocidos sobre esta figura es el "Acta Brevoria", donde se detallan distintos aspectos de su vida y obra.
Santoral del 16 de agosto: quién fue San Roque
Hijo del gobernador de Montpellier en Francia, Roque quedó huérfano a sus veinte años, aproximadamente en 1478. Ante esta situación, decidió vender todas sus pertenencias y posesiones, repartir sus ganancias entre los pobres de la zona y hacer una peregrinación a Roma para recorrer sus santuarios.
Durante su viaje, una fuerte epidemia mortal se desató en toda la región, por lo que Roque decidió asistir y ayudar a los enfermos, que poca gente se encargaba de ellos por miedo a contagiarse de la enfermedad. La creencia popular sostiene que los curaba con solo hacerles la señal de la cruz en su frente.

Finalmente, en la ciudad de Plasencia, San Roque contrajo la enfermedad; para que nadie se arriesgara a contagiarse de él, decidió retirarse a las afueras de la ciudad y encontrar refugio en un bosque para morir solo. Sobreviviendo a base de un aljibe con agua, el santo recibió la visita de un amigo inesperado: un perro con pan.
Durante varios días este animal le llevó alimento a San Roque, para que no muriera. Al ver que su mascota le robaba pan de la cocina, su dueño panadero decidió seguirlo y ver a quién se lo llevaba. Al ver al santo moribundo, el panadero se lo llevó a su casa, donde cuidó de él hasta que se recuperó.
Roque volvió a atender no solo a los enfermos, sino que también a los animales, en un gesto hacia el perro que lo salvó. Se cree que finalmente murió en prisión, encerrado por su tío que lo confundió con un espía durante una guerra.
Al ser considerado defensor de los perros, de allí sale el famoso refrán: "San Roque, San Roque, que este perro no me mire ni me toque".
Fuente: Clarín